17 de enero de 2014

Mosquitero musical – Phylloscopus trochilus (Linnaeus, 1758)

Mosquitero musical – Phylloscopus trochilus (©Foto Franchi)
 Nombres vernáculos
Español: Mosquitero musical. Alemán: Fitis. Catalán: Mosquiter de passa. Francés: Pouillot fitis.
Gallego: Picafollas musical. Inglés: Willow warbler. Italiano: Lui grosso. Portugués: Felosamusical. Vasco: Txio horia (Peterson et al., 1982; Clavell et al., 2005).

Sistemática
Los mosquiteros pertenecen al género Phylloscopus, integrado por unas 45-55 especies de Sylviidae forestales (Richman, 1996; Olsson et al., 2005) distribuidas por Eurasia y África, diez de las cuales forman parte de la fauna europea (BirdLife International, 2004), si bien el mayor número de especies se halla en los bosques montanos que bordean la meseta tibetana y el Himalaya (Williamson, 1976; Richman, 1996). Los estudios genéticos realizados confirman la validez del género, aunque su categoría taxonómica dentro del tronco de los Sylviidae varía según los autores considerados (Richman, 1996; Olsson et al., 2005; Alström et al., 2006).
 En todo caso, los mosquiteros se hallan más cercanos a los zarceros Hippolais y carriceros Acrocephalus que a las currucas Sylvia (Alström et al., 2006). Por otra parte, en los análisis sistemáticos efectuados P. trochilus aparece estrechamente relacionado con P. collybita (Richman, 1996; Olsson et al., 2005). También se halla cercano a P. sindianus, una especie recientemente segregada de la anterior (Clement et al., 1998). El parentesco con otros mosquiteros europeos, tales como P. sibilatrix y P. bonelli, es más lejano.
Y más lejana aún su relación con otras especies fundamentalmente asiáticas, por ejemplo P. borealis y P. trochiloides (Richman, 1996; Olsson et al., 2005). Como P. ibericus, otra especie considerada anteriormente una subespecie de P. collybita (Clement et al., 1998; Onrubia et al., 2003) no se incluye en estos trabajos, su estrecho parentesco con P. trochilus solo puede suponerse.

Identificación

El mosquitero musical es muy parecido a otros mosquiteros (Cramp, 1992), especialmente a los mosquiteros común P. collybita e ibérico P. ibericus. A primera vista también existe riesgo de confusión con los zarceros (en España sobre todo con el común H. polyglotta) y más improbablemente con los carriceros (en nuestro país especialmente con el común A scirpaceus). El parecido con la curruca mosquitera S. borin es muy superficial, pues ésta tiene un tamaño claramente mayor y una apariencia mucho más robusta (Aparicio, 2009).
Como se indicó anteriormente, en la Península Ibérica el mayor riesgo de confusión se produce con el mosquitero ibérico, pues aunque el tamaño de éste es algo menor, su estructura es muy similar y también presenta alas relativamente largas y apuntadas y cola, tarso y pico relativamente largos. Además, el parecido se complica porque habitualmente también presenta las patas pardo pálido, el dorso verde brillante, amarillo en las partes inferiores y ceja evidente (Williamson, 1976; Onrubia et al., 2003). No obstante, las aves capturadas para anillamiento se pueden diferenciar atendiendo a la longitud relativa de las primarias y las emarginaciones (numeradas ascendentemente): el musical no tiene emerginada la 6ª primaria y la 2ª primaria es igual a la 5ª/6ª, mientras que el ibérico sí tiene emarginada la 6ª primaria y las alas son más redondeadas: 2ª igual a la 6ª/7ª, 7ª o 7ª/8ª (Onrubia et al., 2003; Blasco-Zumeta y Heinze, 2011).

También es muy problemática la separación frente al mosquitero común, pero las patas del musical son normalmente marrón pálido o rosa pardusco, no negro o gris oscuro como en P. collybita; ceja más larga y más marcadamente pálida en promedio y bridas y lista ocular más oscuras, que dan un dibujo facial más marcado; auriculares gris oliva pero generalmente bastante pálidas debajo del ojo; pico más largo y más grueso, con tono rosa amarillo más patente en la base y el lado; forma algo más alargada, no tan compacta y rechoncha; proyección primaria más larga (tres cuartos de la longitud de la terciaria en el musical y entre
un medio a dos tercios en el común), pero es un rasgo muy difícil de apreciar en el campo (Svensson et al., 2001). En mano el mejor criterio discriminatorio frente a P. collybita se basa en la fórmula alar: el común tiene el ala más corta y más redondeada, en la que la 2ª primaria es casi tan larga como la 6ª y las primarias 3ª, 4ª y 5ª prácticamente son de la misma longitud, mientras que el musical tiene la 2ª primaria más larga que la 6ª y las alas aparecen notoriamente más apuntadas (Noval, 1975). Como se indicó anteriormente, el musical no presenta la 6ª primaria emarginada, característica que sí ostenta el común (Williamson, 1976; Svensson, 1996).
La separación de otros mosquiteros también entraña dificultades. Frente al silbador P. sibilatrix, de tamaño muy parecido y forma alargada, la mejor distinción es que éste tiene las alas aún más largas y puntiagudas, con proyección primaria mayor o igual que la longitud de las terciarias, lo que le hace parecer corto de cola. Además, ostenta la garganta y el peto amarillo limón y el resto de las partes inferiores blancas (Svensson et al., 2001).
El mosquitero papialbo P. bonelli, que es algo menor que el musical, presenta el obispillo amarillento que contrasta con el dorso más apagado y las partes inferiores blanquecinas, sin amarillo u ocre en garganta, pecho o vientre. También son destacables los márgenes verde amarillo claro de las primarias y las rectrices (Svensson et al., 2001).
El zarcero común H. polyglotta tiene aspecto típico de zarcero: pico ancho en la base y bastante grueso y cabeza grande, habitualmente con las plumas del píleo levantadas. En el campo parece amarillo ocráceo pálido. Cola cuadrangular. Patas grisáceas con ligero tinte azulado. Verde grisáceo por encima, amarillo claro uniforme por debajo. Bridas pálidas y ceja blanco-amarillenta bastante indistinta (Svensson et al., 2001).
Finalmente, el carricero común A. scirpaceus tiene aspecto típico de carricero: cabeza puntiaguda con frente plana y pico largo y fino. Dorso marrón uniforme por encima y blanco ocráceo por debajo, con tono más cálido en flancos e infracobertoras caudales. Ceja bastante indistinta, corta y pálida. Cola ligeramente redondeada, no algo escotada como en el musical (Svensson et al., 2001).

Descripción
El mosquitero musical es un pequeño sílvido de 10-12 cm de longitud y de complexión más bien esbelta, con patas finas y pico puntiagudo (Figura 1). Vivaracho e incansable, revolotea por las copas de árboles y arbustos capturando insectos. Su rasgo más distintivo lo constituye la lista superciliar blancuzca o amarillenta, moderadamente marcada. Su aspecto general es verde pardo grisáceo por encima (más pardo grisáceo en Finlandia y Escandinavia), a veces algo más pálido y de un verde más brillante en el obispillo. Por debajo es blanco amarillento en garganta y pecho y más blanco en el vientre, si bien en otoño todas las partes inferiores son muy amarillas, sobre todo en las aves de primer año.
 La proyección primaria casi iguala las terciarias. Patas generalmente rosa pardusco (ocasionalmente gris pardo oscuro). Carece de bandas alares y de conspicuos márgenes pálidos en las terciarias (Svensson et al., 2001; De Juana y Varela, 2005).
Más detalles sobre la identificación del mosquitero musical pueden consultarse en la Enciclopedia de las Aves (SEO/BirdLife, 2008) y en Blasco-Zumeta y Heinze (2011).

Plumaje


Aspecto general
Partes superiores y rectrices de color pardo oliváceo con un ligero tinte amarillento que es algo más acusado en el obispillo; la lista superciliar presenta una gran variación individual desde un amarillo vivo hasta un beige apagado; los carrillos y las plumas de la zona auricular son amarillas o pardas teñidas de amarillo. Las partes inferiores son blancuzcas manchadas de amarillo en porción variable de unos pájaros a otros y siempre más evidente en la garganta y el pecho; las plumas infracobertoras de la cola son blanco amarillentas. El borde flexor de las alas y la parte axilar de éstas son de color amarillo muy vivo.
 Las primarias y secundarias son pardas. Las aves en su primer otoño tienen el color de las partes inferiores amarillo canario casi uniforme, con un ligero tinte pardusco en el pecho. También la lista superciliar es más
amarilla. El pico es pardo con la base de la mandíbula inferior más pálida. Las patas son pardas, bastante pálidas, pero algunos las tienen casi marrones (Noval, 1975; García Peiró, 1996).

Sexo
Sin dimorfismo sexual en el plumaje pero sí en la forma del ala y en el tamaño, puesto que los machos tienen alas más apuntadas que las hembras (Hedenström y Pettersson, 1986) y los primeros son mayores que las segundas en las medidas del ala plegada y cola en las poblaciones británicas y escandinavas (Williamson, 1976; Cramp, 1992; Svensson, 1996). La determinación del sexo durante la época de cría se puede realizar de acuerdo con la presencia o no de placa incubatriz desarrollada (Svensson, 1996).

Edad
El mejor método para diferenciar edades en época postnupcial es la osificación craneal, pero solo es fiable, como máximo, hasta principios de septiembre (Jenni y Winkler, 1994), por lo que durante el otoño es preferible basarse en características del plumaje. Como esta especie realiza una muda postnupcial completa, en esta época son signos de ave adulta la presencia de restos de cañones en la base de las secundarias más internas y la longitud de éstas menor de la esperada (Svensson, 1996). Por el contrario, las aves de primer año tiene las partes inferiores amarillo canario, con un tinte ante en el pecho y carecen del contraste de los adultos entre el amarillo de la garganta y el pecho y el vientre blancuzco, donde el amarillo se reduce a estrías espaciadas. Los jóvenes habitualmente también tienen las infracobertoras caudales y el mentón más blancuzcos, mientras que las mejillas y la lista superciliar son más amarillas (Williamson, 1976). Las aves escandinavas suelen ser más pálidas (Jenni y Winkler, 1994; Svensson, 1996), lo que dificulta datarlas según los criterios expuestos.
 El límite de muda entre las cobertoras mayores y medianas es difícil de detectar y solo lo presentan entre una sexta parte y un tercio de las aves de primer año (Jenni y Winkler, 1994). En primavera no es posible determinar edades con garantía porque todas las aves efectúan una muda completa en los cuarteles invernales (Jenni y Winkler, 1994).

Hábitat
El mosquitero musical es, en general, más ave de arbustos y de etapas seriales forestales que de bosque maduro, por lo que selecciona monte bajo, matorrales y claros de bosque, incluso en ausencia de árboles; eso sí, rara vez en altitudes superiores a los 1.000 m.s.n.m. (Cramp, 1992).
Prefiere plantaciones arbóreas y las primeras etapas de colonización forestal, siendo muy numeroso en áreas de monte bajo, pastizales pantanosos, mimbreras y bosques poco desarrollados (Ciach, 2009). Los datos del BTO en Gran Bretaña (Robinson, 2005) muestran que es muy frecuente sobre todo en tres medios: monte bajo, bosques de coníferas y bosques caducifolios, pero también indican que es un ave muy ubicua, pues se halla en casi todos los hábitats disponibles, por ejemplo parameras, brezales, carrizales, matorrales costeros e incluso parques y jardines.

Reproducción
En España ocupa generalmente zonas umbrías de orlas forestales, formaciones arbustivas tipo sauceda o avellaneda, alisedas de arroyos, viejas repoblaciones de pino con abundante sotobosque, primeros estadios de masas forestales y zonas de campiña con arbolado bajo, evitando los bosques maduros y con poco sotobosque (Galarza y García Sánchez, 1997; Arce, 2003).

Canto
Su canto es sencillo, resulta más musical que el del mosquitero común Phylloscopus collybita y recuerda mucho al del pinzón vulgar Fringilla coelebs, pero sin la potencia de éste (Noval, 1975). Consta de tres partes: empieza con una fase ascendente de notas rápidas y agudas, continúa con una fase bastante sonora constituida por musicales silbidos y acaba con una fase descendente que consiste en un corto floreo. En conjunto es bastante musical. Podría transcribirse así: “sitsitsit”, “sisisisisisisi”, “suuiit-suuiituu” (Sáez-Royuela, 1980; De Juana y Varela, 2005). La duración de cada estrofa no excede los 3-5 s, pudiendo emitir entre 4 y 8 por min, con mayor intensidad antes del emparejamiento, si bien muchos factores influyen en la longitud de la pausa entre cantos (época, estado de la reproducción, hora del día, tempero, etc.), siendo las pausas breves indicativas de gran excitación (Noval, 1975; Cramp, 1992). 

En relación a los detalles de la estructura, es uno de los cantos más variables de todos los Phylloscopus, siendo la parte final la más cambiante. Cada macho ostenta un extenso repertorio, pudiendo diferenciarse del de sus vecinos (Cramp, 1992). Canta posado en una rama, pero más corrientemente mientras se mueve entre la vegetación, rara vez en vuelo y ocasionalmente en el suelo. Es audible hasta los 200 m. Las hembras solo cantan excepcionalmente y nunca con la fuerza que lo hacen los machos, emitiendo más bien un canto susurrante. De abril a julio canta con fuerza y después sus manifestaciones vocales se hacen más intermitentes. En migración otoñal canta muy poco y solo se oye ocasionalmente.
En cambio en el paso primaveral se escucha a menudo (Noval, 1975; Cramp, 1992). También canta frecuentemente durante su invernada en África (Salewski et al., 2002).

Migración en España

Otoño: En la bahía de Txingudi (Guipúzcoa), el paso postnupcial se extiende desde primeros de agosto a mediados de octubre, con pico migratorio en la 3ª decena de agosto (Mendiburu et al., 2009), aunque en un estudio anterior (Grandío y Belzunce, 1987) se indicaba que la migración postnupcial comenzaba en la 2ª quincena de julio, alcanzaba el máximo en la 2ª quincena de septiembre y declinaba rápidamente en octubre.

En el Delta del Ebro (Tarragona), la migración postnupcial transcurre entre principios de agosto y finales de octubre, siendo muy notoria entre finales de agosto y todo septiembre, con mayor intensidad hacia mediados del último mes, mientras que en Sebes (Tarragona), localidad situada algo al interior, la migración finaliza un poco antes, a mediados de octubre, siendo más notable entre finales de agosto y en septiembre, con mayor intensidad a finales del primer mes (Clarabuch, 2004).

En un soto del sureste de Madrid (Pinilla, 2000), la migración postnupcial abarcó del 7 de agosto al 19 de octubre, con fecha media de capturas el 3 de septiembre. Los adultos presentaron una distribución muy regular en torno a esa fecha, con media el 1 de septiembre, pero los jóvenes mostraron varios picos y prolongaron la migración hasta el final, siendo su fecha media de capturas el 4 de septiembre.

En el suroeste de Portugal la migración postnupcial se extiende de finales de julio a principios de octubre (Catry et al., 2004), mientras que en el valle del Tajo, en Talavera de la Reina (Toledo) el periodo migratorio abarca de principios de agosto a mediados de octubre, con pico migratorio en la 2ª decena de septiembre (Pérez et al., 1994).

En el Parque Natural de Sa Dragonera (Mallorca) dos estudios efectuados en época postnupcial muestran que la mayor intensidad migratoria se registra hacia finales de septiembre, abarcando ésta del 8 de septiembre al 3 de noviembre (Garcias, 1994; Bonnin, 2006).

En el Parque Natural de la Font Roja (Alicante), los primeros mosquiteros musicales aparecen a primeros de agosto y desaparecen a principios de octubre, presentando dos periodos de máxima intensidad: el principal en la 2ª quincena de agosto y el secundario en la 2ª quincena de septiembre (Cantó y Pastor, 2006). Es oportuno reseñar que a diferencia de lo habitual en el Mediterráneo, en esta localidad no se obtuvieron capturas en migración prenupcial.

Primavera: En la Punta del Sabinal (Almería) el paso prenupcial es escalonado, con una llegada bastante importante en la 2ª quincena de marzo, si bien el pico migratorio acontece en la 1ª quincena de abril; finalmente, un tercer grupo, también importante, pasa en la 2ª quincena de este último mes (García et al., 1988).
En la illa de l’Aire (Menorca), se registra una fuerte migración entre el 1 de abril y el 15 de mayo, con mayor intensidad hacia el cambio de mes (García Febrero, 2004).
En las islas Columbretes (Castellón), la migración es muy intensa entre el 15 de abril y el 15 de mayo (Carmona y Castany, 2006). Barriocanal y Robson (2007) registran una fenología prenupcial más adelantada, aproximadamente siete días de media, en los Aiguamolls de l’Empordà (Girona) que en Cabrera (Baleares), produciéndose el pico migratorio entre el 16-20 de abril en la primera localidad y entre el 26-30 de abril en la segunda.
Otro estudio llevado a cabo en los Aiguamolls de l’Empordà (Girona) en el periodo 1993-2005, registra movimientos migratorios entre mediados de marzo y mediados de mayo, con mayor intensidad hacia mediados de abril (Clarabuch, 2004).

Biología de la reproducción:

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Fotos de Franchi ©
Texto de:
Aparicio, R. J. (2012). Mosquitero musical – Phylloscopus trochilus. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A., Morales, M. B. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid.