22 de junio de 2012

Photoshop no inventó la mentira


En 1987, ahora hace 25 años, Thomas Knoll, estudiante de doctorado en Filosofía, comenzó a escribir el código de un nuevo programa informático destinado a correr sobre un Machintosh. Ayudado por su hermano, ingeniero de Industrial Light & Magic, una compañía de efectos especiales para el cine, convirtió aquel pequeño engendro en ImagePro, un programa de edición fotográfica.
Debido a problemas comerciales con el nombre, Knoll acabó bautizando al famoso programa con el nombre con el que hoy lo conocemos: Photoshop. En cuanto estuvo listo, se lanzó a presentarlo a los ingenieros de Apple y Adobe, la empresa propietaria. Esta última compró la licencia para su distribución, que comenzó tres años más tarde, en 1990.
La fabulosa herramienta ha generado tales cambios en la fotografía que hoy no sería nada lo mismo sin el famoso programa de edición. Pero la manipulación fotográfica, que es precisamente la característica más identificativa para el gran público, no nació con Photoshop.
Actualmente, los franceses lo señalan como uno de los artilugios que llevan a los jóvenes a desear cuerpos imposibles. De tal forma que se plantean obligar a las revistas a advertir a sus lectores que una determinada imagen ha sido tratada con Photoshop. Sería una norma de complicada aplicación. No es lo mismo quitar una mancha de la piel, algo que se suele hacer en los mensuales de belleza, que cambiar un personaje de sitio. Lo cual es, directamente, manipulación.
Las dudas sobre la imagen son tales ya que incluso ha formado una nueva criatura: el forense fotográfico. La compañía norteamericana Four and Six se dedica a buscar falsedades entre los archivos fotográficos. Su trabajo, y otros casos conocidos anteriormente, demuestra que Photoshop no ha matado a la verdad, que sepamos. La mentira fotográfica exisitía mucho antes de que naciera Photoshop.
Entre los ejemplos que reúne esta compañía se encuentra esta imagen de 1860 del presidente Abraham Lincoln.


Su cabeza fue colocada sobre la figura del político John Calhoun, de Carolina del Sur. Curiosamente el líder sureño había muerto una década antes.

O esta otra del General Grant.


Se trata de una imagen, pertececiente a la Biblioteca del Congreso, formada por tres superpuestas. Ulysses Grant supuestamente posa ante sus tropas en Virginia durante un momento crucial de la Guerra Civil estadounidense. La foto final se creó con la cabeza de la imagen en la que él posa, la figura a caballo de otro general y una vista del campamento lleno de prisioneros.

Estos ejemplos conocidos recientemente vienen a sumarse al clásico entre los clásicos de la manipulación fotográfica.

Para Joseph Stalin, la eliminación física de sus adversarios políticos no era suficiente. También había que borrarlos de los archivos fotográficos.
En este famoso caso de retoque fotográfico pre-photoshop, Stalin hizo desaparecer de su lado a un comisario que había perdido su favor.

Todavía faltan siete décadas para que naciera Photoshop y la manipulación ya exisitía. El problema no son las herramientas es la falta de ética de quien las maneja.

 Ángel Casaña | Madrid